Jugando con un villano by Silvia García Ruiz

autor:Silvia García Ruiz [García Ruiz, Silvia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-11-08T00:00:00+00:00

Capítulo 13

—¿Podrías parar un momento? Llevo horas siguiéndote y necesito recuperar el aliento, sobre todo tras limpiar el desastre que dejaste en ese club de caballeros para luego salir corriendo tras de ti con el objetivo de intentar calmarte antes de que te encontraras con tu enamorada e hicieras o dijeras algo de lo que luego seguramente te arrepentirías —manifestó Edmund a Babel después de haber ido a casa de Emma y que esta lo enviara a buscar a su amigo, al tiempo que le lanzaba ese libro que parecía perseguir a Babel.

—Hope no es mi enamorada —negó Babel, ignorando a su amigo a la vez que atrapaba al vuelo la novela de Hope para dirigirse con paso rápido hacia las cuadras en pos de su caballo.

—Entonces, ¿cómo definirías a la mujer que altera esa fría fachada que siempre exhibes, a esa mujer detrás de la que corres para salvarla de un peligro mayor del que puedes representar tú mismo para ella, a la única persona que te ha concedido la posibilidad de poseer un corazón y que te reta a demostrarle que está equivocada?

—Un molesto incordio —sentenció Babel tras dar finalmente con su purasangre.

—¡Oh, no! Tú no correrías detrás de alguien que fuese un incordio para ti: te limitarías a enviar a alguien para que se deshiciera de esa persona —afirmó Edmund, siguiéndolo con su propia montura, retando a su amigo a confesarle la verdad.

—Tras ella sí correría.

—¿Por qué? ¿Porque te ha retado a través de ese libro o porque sientes demasiado, unos sentimientos a los que temes enfrentarte porque un villano nunca puede permitirse amar? Pero ¿te cuento un secreto, amigo? Para algunas personas, tú tan solo eres un hombre, y los hombres suelen cometer muchas locuras cuando se enamoran.

—El amor es solo una debilidad —sentenció Babel empecinadamente a la vez que montaba en su caballo. Y sin comprobar si su molesto amigo lo seguía, emprendió el galope intentando dejarlo atrás, a él y a sus palabras que siempre lo obligaban a pensar más de lo aconsejable en temas sobre los que no quería reflexionar.

—Entonces, ¿por qué no evitas encontrarte con ella como has hecho hasta ahora? ¿Por qué corres hacia Hope en lugar de alejarte de ella? —gritó Edmund, mostrándose tan insistente como siempre, haciéndose oír a pesar de la distancia que los separaba y que acortó para ponerse al mismo nivel que Babel para poder oír su esquiva respuesta.

—Ni yo mismo lo sé.

—Sí, sí lo sabes. Lo que pasa es que te niegas a admitirlo en voz alta —replicó Edmund, convirtiéndose una vez más en esa molesta voz que en ocasiones ejercía el papel de su conciencia y que lo llevaba a recapacitar. Voz que, como tenía por costumbre, ignoró—. Espero que no sigas mintiéndote a ti mismo, ni tampoco a ella, porque, si continúas así, amigo mío, vas a perderla aunque logres alcanzarla —opinó el joven aristócrata mientras daban alcance poco a poco al carruaje que transportaba a Hope después de su frenética cabalgada.

—¡Adelantemos el

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